martes, 6 de marzo de 2007

Movimiento Mal de Amores (MMA)

El mal de amores no está reconocido como enfermedad por ningún organismo público ni institucional. Nunca fue tomado en serio. Cuando una persona padece mal de amores y siente dificultades para trabajar, se ve obligado a fingir ante su jefe que está engripado o que se encuentra mal del estómago.




La realidad es nadie que desee mantener su empleo le dice a su patrón: "mire, es que tengo mal de amores". Esto tiene que cambiar. De a poco, los humanos tenemos que empezar a ser más amigos de nosotros mismos.
Podríamos empezar por darle el valor justo a nuestras enfermedades.




No somos máquinas, somos humanos, che. Los animales tienen un estilo de vida mejor que el nuestro. La pasan mejor. ¿Quién es más feliz, desgraciado lector, usted o un pájaro, cualquier pajarraco? Presiento que el pájaro lleva sus ventajas. Tenemos que aprender a ser más felices, a sentirnos mejor con la vida.


El mal de amores en su forma más aguda entorpece mucho más el trabajo que una gripe. Debería ser válido poder llamar al trabajo y avisar que ese día no usted no va a asistir por estar sufriendo un intenso malestar psicológico debido a una reciente ruptura amorosa. El problema es ¿qué médico va a certificar que su paciente tiene mal de amores? Sólo puedo imaginar esa situación en alguna novela de Gabriel García Márquez, a quien a propósito lo saludo por su cumpleaños 80, que fue ayer martes. (El escritor colombiano siempre me lee y alguna vez dijo que yo iba a ser la siguiente Saramago. ¡Feliz cumpleaños Gabo!)


Volviendo a lo nuestro, el asunto es que por supuesto, el médico no debería entrar en escena. Pues
el mal de amores es una enfermedad subjetiva, sólo la percibe quien la siente y quizás la madre o algún amigo muy querido, que no abundan. Por lo tanto, si un empleado tiene mal de amores, debería tener el derecho de prescindir de una garantía. Uno mismo debería poder decir: “Es que tengo mal de amores, carajo”. Y deberíamos ser tratados con respeto por nuestro jefe. Mujeres y hombres deberíamos empezar a proteger nuestros sentimientos y nuestra preciosa humanidad. No puede ser que seamos tan crueles con nosotros mismos.


De a poco instauraremos, todos juntos, un
Día oficial del Mal de Amores. Cuando lo logremos estaremos más relajados con nosotros mismos, seremos más buenos y más felices. ATENCION: si tú, estimado lector o lectora, no estás pasando por un mal de amores, no nos desprecies. No nos retires tu apoyo. Piénsatelo dos veces. Piensa que el día de mañana tú también te puedes contagiar. Nadie sabe lo que le depara el futuro. El Mal de Amores es una enfermedad sigilosa, que ataca a todo el mundo por igual, a destiempos y de forma imprevisible.