sábado, 10 de marzo de 2007

Cómo superar un Mal de Amores

Por todos lados circulan una serie de consejitos tontos e ineficientes. Estos dicen que para superar una ruptura amorosa hay que reunirse con amigos, distraerse, salir a bailar, hacer turismo aventura y alejarse de todo lo que nos recuerde a él o ella.




Sin embargo, por lo que he sabido y vivido, eso no sirve de nada. Quien atraviesa uno de estos males, lo último que desea es tener gente alrededor o soportar la cháchara de los amigos. Personalmente, cuando atravesé un mal de amores complicadísimo hace un par de años, no tenía ganas ni de ponerme presentable para la gente, no me interesaba vestirme ni lavarme la cara, mucho menos los dientes. Lo único que quería era estar sola sin hacer nada. Si me esforzaba e iba a alguna reunión social, me sentía pésimo y sólo pensaba en largarme de allí.





Toleraba la música, las series de Warner, alguna pizza a domicilio y no mucho más. Navegaba por Internet, leía mis mails quince veces, escribía algún cuento desesperado y punto.





Iba a trabajar con una cara de culo imponente, me levantaba deprimida, y sin ganas de nada. De noche miraba “E.R” repetida dos veces. Puedo decir que “E.R” es uno de los mejores remedios contra el mal de amores que he encontrado. Al menos por esa hora que duraba la serie, yo me olvidaba de mi miserable existencia. Después me hacía un churrasco con algún arroz, y seguía sufriendo, sola, deprimida y también muy nerviosa.





Los fines de semana no hacía nada. No tenía ganas de salir ni de invitar a ninguna amiga a que me viniera a aburrir con sus cuentos. Buscaba la compañía de algún hombre que no me exigiera demasiado, pero al cabo de unas semanas no me sentía bien con ese caballero y lo cancelaba, o me cancelaba él a mi.





Lo que sí hacía siempre era ir a lo de mis viejos los domingos. Ahí me encontraba con mis hermanos, veía a mi padre, a mi madre y almorzaba. Pero mi cara de culo se mantenía intacta y hablaba poco. Mi madre se preocupaba por mi flacura y mi depresión, y trataba de ayudarme, sin poder hacer nada. Mis hermanos ni se daban cuenta, mi padre menos. Y así estuve, durante casi un año entero.




El mal de amores es así. Cada uno lo sufre a su manera. Y cada uno se busca sus remedios como puede.