domingo, 25 de febrero de 2007

Diccionario lingüístico de la resaca

Resulta reconfortante saber que en todos los idiomas hay un término para designar la palabra “resaca”. Esto sugiere que el mal está presente en todos lados y que no ha entrado en el terreno de paria “innombrable”.


En Uruguay, le llamamos simplemente resaca. Después de agarrarse un buen pedo, una buena curda, los uruguayos ya sabemos que al día siguiente nos visitará la hermana resaca. Mis respetables amigos la tratan con mucha agua y una aspirina antes de irse a dormir. Y se sabe que el domingo de mañana nunca es un buen momento para llamar a alguien por teléfono.


Los ingleses le llaman hangover, que viene a ser algo así como “colgado de”. ¿No es bien gráfica? Los ingleses, un pueblo bebedor si los hay, se merecía una palabra como esta, bien descriptiva.


Los colombianos le dicen guayabo. Cuando alguien se mamó la noche anterior, se despierta enguayabado. Y es curioso, pero el guayabo, un fruto tropical que crece en esas tierras es mágico para curar la resaca. Funciona reconstituyendo el hígado como ninguno.


En Francia, se le llama geule de bois, algo así como "jeta de madera".


En México, cuando alguien se pasa de tequilas, sabe que al otro día se las tendrá que ver con la cruda. En Venezuela, la resaca es el ratón. Y en Alemania, también se usa otro animalito para designar a la resaca: kater, que significa “gato”.



Habría que preguntarle a los lingüistas por qué a los pueblos les da por pensar en animales cuando quieren hablar de sus resacas. El mono, al menos en el Río de la Plata, es la resaca de la cocaína. Por cierto, no hay palabras para describir lo horrenda que es.


En rumano es persecutie, ¿será por el sentimiento de paranoia que provoca una resaca mal llevada?


En Honduras, Costa Rica y Panamá le llaman la goma. No tengo ni idea por qué. Si alguien me explicara sería menos burra.

En Ecuador es chuchaqui, que sugiere estrujamiento.


En Perú se apuntan también a lo gráfico: caldero.


Este pequeño diccionario de la resaca realizado con la ayuda del escritor bilbaíno Juan Bas ("Tratado sobre la resaca") está incompleto. Los resacosos agradecemos aportes.

viernes, 23 de febrero de 2007

Qué evitar un día de resaca



Si el "Tratado sobre la resaca" de Juan Bas no existiera, el mundo sería mucho más aburrido. El escritor bilbaíno nos advierte qué cosas jamás deberíamos hacer en esos espantosos días en los que la cabeza nos da vueltas y todo gira como un trompo.


1. Huir de las fiestas populares. La suma de aglomeración chusmaria -el rebaño humano despide mucho calor y hedor, como el ganado-, el innoble olor a fritanga de churros y el horrendo sonido de las dulzainas algo así como una grabación de baja calidad, puede ser como un estilete en las meninges.

2. No ir a un parque de atracciones. Y si vas, evitar la montaña rusa, la noria, los autos de choque e incluso el tren de la bruja; que monte el niño solo.


3. No viajar en avión. Si siempre es desasosegante y durante el despegue y aterrizaje espeluznante, un vuelo con resaca puede adquirir la categoría de aterrador.



4. No llevar la contraria al cónyuge. Bajo ningún concepto. Como si te dice que la nieve es azul añil o que últimamente te pareces a Peter Lorre o a Lola Gaos: tú, imperturbable; te pones a silbar la melodía de El puente sobre el río Kwai. Lo que comienza por una trivial y suave discusión por cualquier chorrada doméstica puede derivar, albarbada en la harina de tu resaca, en trifulca a la italiana de gritos destemplados, maldiciones imaginativas, puñetazos en las paredes, portazos -platos al suelo sólo en las películas, cuesta dinero reponerlos- y tragicómicas preguntas y exclamaciones a los dioses: "¿Por qué no me moriré de una vez? ¡Qué trampa de vida! ¿Cuándo me fulminará de una vez el infarto?"


5. Librarse de actos sociales y celebraciones de todo tipo. Nada de bodas, comuniones, bautizos, comidas de ex alumnos o cenas literarias. Si en general toda mesa de más de tres personas resulta multitudinaria, con resaca es insoportable. Lo primero que hace la gente cuando se sienta a una mesa concurrida es hablar a gritos. En las celebraciones con acto religioso previo: bodas, comuniones y bautizos, al horror del banquete se añade el paso por la iglesia. Si no te has podido librar de la puñetera invitación, por lo menos pasa de la iglesia.


6. No ir al médico. Ni al hospital, ni a un ambulatorio. El único establecimiento sanitario amigo del resacoso es la farmacia: lugar donde se encuentra Alka-Seltzer, aspirinas y pastillas de vitamina B6 y B12 con estracto de alcachofa.


7. Huir de los pesados. Si siempre es conveniente mantener un contacto sólo visual y en espacio abierto con ellos, esquivarlos cuando se tiene resaca es tan vital como que el corazón bombee.



8. No escuchar ni contemplar nada excesivamente gracioso. El ataque de risa, la carcajada imparable, si es muy intensa, te cortará el suministro de oxígeno al cerebro. La sensación es lo más parecido a morirse que conozco y con resaca llega al hiperrealismo.


Extraído del libro "Tratado sobre la resaca: Guia de supervivencia para los que beben sin sed", de Juan Bas.

jueves, 22 de febrero de 2007

Recetas para curar el mal de amores

Dicen que superar una pena de amor toma entre un año y dos. Si lleva más tiempo, es porque la persona se regodea en su dolor, enlentece el proceso natural del olvido y no hace las cosas bien. Si lleva menos, es porque aquel amor no era tal, sino apenas un golpecito al frágil ego. En ese caso, entonces, todo es más fácil, más liviano.




Recetas para mitigar la desesperación de los amores contrariados no hay. Lo bueno es saber que éstos son como las varicelas o las paperas, pueden atacar sólo una vez, a lo sumo dos. Eso sí, cuando uno cae con la enfermedad, no hay quién lo salve. Por eso de ahí salieron todos los boleros, las canciones que dicen “with or without you”, o “love hurts”, los mejores poemas, las mejores pinturas.



Fue cuando rompió con Onetti que Idea Vilariño escribió sus mejores poemas (No llegaré a saber/ por qué ni cómo nunca/ ni si era de verdad/ lo que dijiste que era/ ni quién fuiste/ ni qué fui para ti/ ni cómo hubiera sido/ vivir juntos/ querernos/ esperarnos/ estar.)



Fue pensando en Georges Sand que Chopin compuso sus mejores nocturnos.




Algunos pocos pueden hacer algo productivo y redituable con ese dolor, pero otros pobres, se comen las uñas, se deprimen, se largan a llorar en el baño, no pueden dormir, adelgazan, engordan, no se bañan, rompen a reír con carcajadas exageradas, salen de noche a correr maratones sexuales, hacen cursos para armar velas, se envician con alguna droga, meditan durante todo el día o planean a desgana un viaje a Marruecos.




Pero por alguna razón, el mal de amores nunca es tomado en serio, pues se considera que un amor no correspondido es un amor incompleto, de poco valor. Pero una pena amorosa se siente como la cabezada de un muro, quien lo vivió sabe que es tremenda y una de las peores que se puedan tener.



Y está demostrado que afecta directamente la salud, bajando las defensas y haciendo que el organismo quede susceptible de contraer infecciones, sobre todo estomacales, o enfermedades de la piel. Y entonce, quienes sufren una pena de amor no parecen depresivos y desganados, sino más bien “enloquecidos” y agotados.



Separarse del hombre o de la mujer que uno adora sólo puede ser vivido como una tragedia griega, como una de las peores telenovelas venezolanas. El escritor del siglo XIX Mariano José de Larra se enamoró de Dolores Armijo, una mujer casada, y cuando rompió por última vez, se pegó un tiro en la cabeza.



Cuando este mal aqueja, no hay forma de zafar de los lugares comunes que antes desdeñábamos. “Si tú no estás aquí/ no sé/ qué diablos hago amándote”, dice la desgarradora canción de Rosana. Nos encontramos escuchando “Moscas en la casa” (Mis días sin ti son tan oscuros/tan largos/ tan duros/ mis días sin ti) con lágrimas en los ojos, leyendo los poemas de Neruda: “De otro. Será de otro. Como antes de mis besos/ Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos./ Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. /Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido/ Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos/ mi alma no se contenta con haberla perdido”. Releyendo e- mails viejos, y por supuesto ideando infelices estretegias para encontrarnos con El o con Ella.



Por eso, aquí van algunos consejos valiosos, para al menos, intentar distraer el vacío que deja un amor no correspondido: deshacerse de todas las cartas y eliminar todos los e-mails del amado en cuestión. Eliminarlos todos, nada de dejar uno o dos de recuerdo. Deshacerse de todo lo que recuerde a él, incluyendo las canciones espantosamente alusivas a la persona.


1. No escuchar canciones de amor. Bajo ningún concepto poner “The One”, de Elton John o “Unchained melody”. Por favor, que en la radio no vaya a sonar “Reloj” (“Reloj detén tu camino/ porque mi vida se apaga/ ella es la estrella/ que alumbra mi ser/ yo sin su amor no soy nada”). Por sobre todo, hay que erradicar la niñería de lloriquear por los rincones o de escuchar Air Supply de forma obsesa. Quienes atraviesan una ruptura amorosa pueden fácilmente caer en el vicio de releer mil veces alguna tontería que su amado haya escrito o planear quinientos razonamientos para intentar volver.


Más bien, conseguirse un disco de “Los Supersónicos” con sus canciones que hablan de la telekinesis, o alguno con música de Bach. En realidad, la persona que está pasando por una pena de amor, tiende a ver a su amado en todos lados, y en todas las canciones, aunque sea en esa que dice “En bicho, bicho yo me convertí, un cocodrilo soy”. Por eso, lo más aconsejable es escuchar música nueva, desconocida hasta entonces para el aquejado. Tiene que renovar su discografía y también sus gustos literarios. Si el ex se moría de risa con las aventuras de Paturuzú o se quedaba hasta la cuatro de la mañana con las novelas de Hanif Kureishi, pues bien. Nada de leer a Hanif Kureishi. Mejor agenciarse un libro sobre arte culinario o alguna novela de Rosemary Pilcher.


2. Es importante no ver a la persona. Y también lo es no saber ni enterarse nada sobre ella. Lo peor que se puede hacer es intentar averiguar cosas sobre su vida: que si se casó, si se quedó sin trabajo, si está por tener un hijo, si engordó, si se volvió loco, si lo internaron, si se fue de viaje, si compró un auto, si tuvo problemas con el alquiler, si fue a visitar a su madre, si se tiño el pelo. Estos datos pueden satisfacer cierta feroz curiosidad, pero en realidad terminan enlenteciendo el proceso de olvido.


3. No ponerse a hacer gimnasia de forma exaltada, tampoco empezar a predicar el yoga de la mañana a la noche. Matar de raíz la idea de conseguir la contraseña de su correo electrónico para averiguar con quién está saliendo (entre otras cosas, cada vez es más difícil hackear un hotmail). Este tipo de aventuras investigativas no trae nada bueno al espíritu. Más bien, lo agobia, lo maltrata. Y lo que es peor, uno termina enviciándose con ese tipo de información indebidamente conseguida y termina queriendo más.


4. Sí, en cambio, es recomendable visitar al psicólogo. No uno que nos haga un lavado patético de cerebro, pero sí uno con el que se tenga confianza y no sea un chanta. Lo mejor del psicólogo, si éste es serio, es que escuchará atentamente los detalles de la historia, sentirá un poco de compasión y luego intentará guiarnos para que por nuestro propio pie encontremos alguna solución a esa soledad horrenda que siente quien sufre una pena de amor. Intentará encontrar qué le gusta hacer a su paciente, cuáles son sus talentos y sus fallas e intentará sustituír ese agujero por algo que le haga sentir la misma euforia, o más.


5. Dicen que “un clavo saca a otro clavo”. Y es cierto. Otra persona del sexo opuesto para salir a comer, para conversar y para ir al cine, puede ayudar y mucho, a superar la tristeza de una herida amorosa. Principalmente porque puede ayudar a descargar tensiones. Depués de todo, una pena de amor no es más que una enorme tensión, para la que no sirven ni la natación ni el sexo ni el deporte ni los ejercicios para la espalda.


Pero si, también están quienes aconsejan no reprimir el dolor y dejar que éste fluya. Para esta escuela, está bien escuchar canciones de amor, está bien llorar y sollozar y dejar que las lágrimas silenciosas resbalen sobre el rostro un lunes a las cinco de la tarde en la oficina. Y está bien ir al restaurante al que solían ir juntos. Es más, para ellos es recomendable ir con otra gente, para retener los recuerdos de aquél amor y crear otros.


A los afectados les cuesta muchísimo ir a trabajar, aunque muchas veces, un oficio sea su salvación. Y para peor, no es posible excusarse del trabajo con una pena de amor. No es una excusa válida, aunque muchas veces sea más entorpecedor que una gripe, con su fiebre y estornudos. “Me duele una mujer en todo el cuerpo”, escribió Borges.


El mal de amores, cuando se instala en el cuerpo con su perra determinación, tiene la particularidad de que todo lo tiñe, todo lo perturba. Su efecto es paralizante, recuerda al veneno que le inyectan las arañas a sus víctimas. El mal de amor es atención permanente, es estar pendiente todo el tiempo, sin descanso, de una cara, de un cuerpo. Una cara que nos parece terriblemente única. Porque en el fondo quien está enamorado tiene una lente que puede mirar bien hondo adentro de quien ama. Y no se agota, no tiene pausa. Pues lo que ve le revoluciona la sangre, le altera la respiración. Lo convierte en un inútil que no le encuentra sentido a lavarse los dientes ni a levantarse de la cama.


Y además, claro, un mal de amor atenta contra la autestima del afectado, mina desde adentro su mecanismo afectivo. El enamorado no correspondido se siente un idiota sin remedio, persiguiendo algo que no tiene sentido. Quien sufre un mal de amor sale más débil, aunque también más revitalizado. Más inseguro, pero también más maduro para enfrentar relaciones posteriores.


No existen analgésicos para el dolor del corazón. Algunos usan antidepresivos, pero eso es porque no es tan fácil distinguir la depresión de la tristeza. Una pena de amor no se puede prevenir, no se puede curar. A quien le llegue, lo único que le queda es desmoronarse por un buen rato. O hacer como dice el poema de Idea: “Aquí/ Lejos/ Te borro/ Estás borrado”.


Links
Is Lovesickness a Psyaquiatric Disorder?
Unrequitted love can be a killer

The Beautiful Ava Gardner Sings

Cantaba horrible, pero vale la pena mirar las fotos

Ava Gardner, la adoro porque era borracha y linda

El mundo la recuerda como una de las actrices más atractivas del cine. Pero pocos saben que además, era terrible borracha y que tenía un metabolismo de fierro. Resistía los embates del alcohol como nadie y era siempre la que quería seguir la fiesta.



Ava Gardner vivió doce años de su vida en España. La diva siempre decía que ese país era su hogar espiritual y que lo adoraba porque los españoles tenían los mismos defectos que ella.



En realidad, la actriz encontró en la España franquista de los años ´50 un lugar para evadirse de la Metro Golden Meier, la compañía cinematográfica con la que firmó un largo contrato y que le imponía todo tipo de restricciones y exigencias.



Y también para escapar de Frank Sinatra, con quien se había casado en 1951 en terceras nupcias (en primeras fue con Mickey Rooney y duró menos de un año y en segundas con el jazzista Artie Shaw) y con quien mantuvo una intensa relación de amor odio. Pero además de todo eso, España era el lugar ideal para vivir la noche hasta el final, para reunirse con sus amigos del arte del toreo y tomar hasta el amanecer al ritmo del flamenco.



Y Ava, -esto es de las cosas que la hicieron tan querible y recordada-, amaba la noche, los tragos, y los toreros. En su libro Beberse la vida. Ava Gardner en España, el periodista español Marcos Ordóñez hace un retrato de la estancia de la actriz americana en España, donde rodó varias películas y donde, luego de vivir durante una larga temporada en el Hilton, compró una casa –“Las Brujas”– en las afueras de Madrid.



Se trata de un libro bien escrito, quizás demasiado detallado, (aunque los detalles nunca sean suficientes para los verdaderos admiradores de Ava), y que narra a través de testimonios de artistas, amigos y hasta dueños de bares y restoranes, el día a día de la vida de la actriz en el país ibérico.



Gardner llegó por primera vez a España en 1950, para rodar Pandora y el holandés errante, una película que no le valió ningún beneficio, ni comercial ni artístico, pero que en cambio, la llevó a conocer España, el país en el que con su sol ardiente y sus largas noches siempre se sintió a gusto.



“Nada de lo que hice antes o después de Pandora tuvo un impacto igual en mí. Gracias a Pandora descubrí España. Y en España viví como nunca había vivido”, escribió la actriz en sus memorias, recogidas en el libro de Ordóñez. Tres años más tarde y luego de haber sufrido dos abortos y de haberse peleado con Sinatra, Gardner volvió al país para recuperarse y se alojó en una suite del Hilton. A partir de ahí, la relación de la actriz con la bebida y la noche comenzó a estrecharse cada vez más.



Así lo describe Teddy Villalba, quien fue vicepresidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España y principal fuente de la investigación de Ordóñez: “En aquella época era una mujer desaforada. Y desesperada. Bebía todo lo que le pusieran a su alcance. Quiero decir que no tenía bebida favorita”, decía. “Era indescriptible lo que podía llegar a beber. Desayunaba con champán, y diez minutos después estaba tomando un chinchón, y diez minutos más tarde un rioja, y luego un whisky doble, y un Martini, y así todo el día, y aguantaba de pie. Como una jabata. Tenía un metabolismo como no he visto otro”.



Por esa época, Ava conoció a Luis Miguel Dominguín, un joven torero de quien se enamoró perdidamente y con quien conoció todos los tablaos, bares y rincones de España. Pero Ava no era mujer de un solo hombre. A cada paso que daba, la gente imaginaba que tenía amoríos con varios a la vez, quizás porque como dijo uno de sus amantes: “Madrid, con ella, adquirió categoría sexual”.



Sin embargo, gracias al libro de Ordóñez, podemos conocer el lado humano y no tan estereotipado de la mujer fatal de Ava Gardner, una “triste, triste dama” como la llamaban por ahí, que sin ser promiscua, detestaba o sencillamente no podía estar sola.



Sobre todo, Ava Gardner era una mujer bellísima, pero bella de verdad. De verdad, que no es común ver esos ojos, esas cejas, ese cutis y ese carácter en un rostro.



Ava, desde este blog pedorro te envío mis sinceras salutaciones.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Las caras de la televisión uruguaya

Mirar la tele uruguaya siempre resulta una experiencia traumática, que requiere altas dosis de antidepresivos.

Blanca Rodríguez, con su rostro de beata pacífica presenta sus escolares copetes con gestos indolentes, que me hacen imaginar la tristeza que esa pobre mujer debe sentir por las mañanas al despertar.

Pero esa tristeza no es nada si se compara con el sentimiento de aversión que produce en los queridos televidentes la imagen de Gabriel Pereyra. Ese muchacho rinde homenaje al personaje de Kafka, Gregorio Samsa, ¿recuerdan aquella oscura cucaracha con gesto sombrío? Su tez oscura, sus ojos preocupados, su rictus de dolor y de amargura siempre me provocan deseos de ingerir una botella de ginebra, o de ron, o de lo que sea, con tal de mitigar tanta pesadumbre.

¡Por suerte llega Ignacio Álvarez! Con su tono de pastor religioso, su afán de dejar en evidencia a los que se portan mal, Álvarez es el señor botón de la televisión. Le falta carisma, le falta onda, le falta risa, le falta pelo. Pero sobre todo, le sobra pantalla, por más de que los señores del canal se obstinen en presentarlo como el talento del momento. Por suerte tiene a su mascotita, Cecilia Bonino, que con su carita de conejita de barrio, nos alegra a todos la vida, y nos hace pensar que todavía quedan muchachas honestas, que hacen su trabajo y se visten en Victoria M. Ortiz.

En cambio, Gerardo Sotelo no provoca nada. Pero nos recuerda la viveza criolla, encarna el prototipo del uruguayo al que no le gusta trabajar. Sotelo: ¡trabajá un poco! Se nota que siempre estás pallando, que estás pintado, que llegás al programa cinco minutos antes de que empiece. ¿De verdad creíste que nadie se daba cuenta?

Señor televidente uruguayo: pare de sufrir, tómese un Floxet. O contrate el cable.

viernes, 16 de febrero de 2007

Que la vida es un carnaval

Ayer de noche fui a una fiesta de disfraces de carnaval, organizada por la hermana de una amiga. Había gente de todos lados, y yo no conocía a nadie. Fui disfrazada de gata diabólica, con una cola, orejitas, y botas altas.


La fiesta, vista desde mis ojos de gatita estuvo muy buena, sobre todo porque siempre es divertido observar los disfraces. El mejor fue el de una hermana de mi amiga, que se disfrazó de puta. Se puso unas tetas gigantes, una minifalda y se pintarrajeó toda la cara.


Andaba feliz con sus tetas, refregándoselas a todos los hombres que veía por el camino. Ponía carita de puta, sacaba los labios para afuera, movía el culo todo el tiempo, era para cagarse de risa.


Y a propósito de esto, está bueno saber que hoy se inauguró el carnaval de Rio de Janeiro, el más desenfrenado y grande del mundo. Se repartieron millones de condones y durante por lo menos cinco días, la ciudad va a ser una locura.


Ayer viernes, el alcalde de la ciudad le entregó las llaves simbolicas de la ciudad al Rey Momo, encarnado por noveno año consecutivo por Alex de Oliveira Silva, un señor que ahora pesa 90 quilos, pero que el año pasado pesaba 190 (le obligaron a bajar de peso porque en Brasil empezaron una campaña anti obesidad).


Para largar la apertura oficial de esta "gran locura", que va a terminar el miércoles de Ceniza, el Rey Momo se lanzó al baile de un samba frenético con su llave, símbolo de un reino que autoriza todos los excesos.


Es triste, pero no todos vivimos el carnaval en su real dimensión. Y nos privamos de algo muy sano y renovador. Antes, en la Edad Media, el carnaval era mucho más largo, en algunas ciudades importantes duraba hasta tres meses. Todo el mundo participaba del carnaval, porque ese era el espíritu.


Ahora, muchos van a los tablados como espectadores y lo observan de afuera, como si fuera un espectáculo teatral. Se pierden justamente de la verdadera virtud del carnaval, que es participar, ser parte de él. Recomiendo mucho, mucho, el libro “La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de Francois Rabelais”, de Mijail Bajtín. Ayuda a entender cómo se originaron las fiestas carnavalescas, cómo evolucionaron hasta lo que son hoy.


Antes, en la Edad Media, durante el carnaval, no había otra vida que la del carnaval. Era imposible escapar, porque el carnaval no tenía ninguna frontera espacial. En el curso de esa fiesta sólo podía vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad.


Era como una segunda vida de la gente, totalmente opuesta a la vida oficial, que estaba regida por la Iglesia y que era bastante severa. Durante el carnaval, la gente zafaba de todo lo solemne y duro de la Iglesia, se burlaba de todo, se reía de todo, e incluso en esas fechas se escribían y representaban parodias de las lecturas evangélicas, de las plegarias, salmos.


El carnaval era una especie de liberación transitoria. Había una abolición provisional de las relaciones jerárquicas, privilegios, reglas y tabúes.



Mientras que en las fiestas oficiales y serias las distinciones jerárquicas se destacaban a propósito y cada personaje se presentaba con las insignias de sus títulos y grados y funciones y ocupaba el lugar reservado a su rango, en el carnaval reinaba una forma especial de contacto libre y familiar entre individuos normalmente separados por las barreras infranqueables de su condición, fortuna, empleo, edad y situación familiar.


Se comía mucho, se tomaba más y la gente tenía sexo por todos lados. Todo el mundo
se disfrazaba y hacía lo que se le cantaba el culo. Bajtín cuenta por ejemplo, que las mujeres se disfrazaban de vírgenes y se comportaban como putas, los hombres se disfrazaban de reyes y hacían cualquiera. Había bufones, payasos por todos lados.
Se perdía de vista el tiempo, era una gran orgía.


Necesito una de esas fiestas de excesos, necesito un verano como los que vivía en mi infancia. Un verano largo, eterno, maravilloso.

Todo sobre la resaca

El mal de amores tiene varios hermanos: la soledad, la depresión y la angustia son sólo algunos. Otro gran pariente de este mal es la resaca, pues es sabido que un corazón despechado que quiere olvidar sus penas por un rato, acude cada tanto a los excesos del alcohol.



El precio de la resaca es sin embargo, bastante alto y no todo el mundo sabe cómo sobrellevarlo. La resaca, como dice el bilbaíno Juan Bas en su “Tratado sobre la resaca: Guia de supervivencia para los que beben sin sed”, pone al alma en contacto, en comunicación directa con lo mejor y lo peor de los infiernos de cada uno".



"La resaca escarba en nuestro fondo más oscuro, el que ni siquiera nosotros conocemos o nos atrevemos a conocer del todo, y hace aflorar de las negras profundidades aspectos sorprendentes que pueden ir desde lo espeluznante hasta lo grotesco o abyecto pasando por lo sublime, rara vez, o lo patético, más frecuentemente”.



Sin embargo, una vez hecho el pecado, existen algunos mecanismos para quitarle fuerza a la resaca.



Una de estas es intentar que el organismo absorba el alcohol más lentamente y acompase mejor el ritmo del trabajo hepático. Esto se logra blindando el estómago antes de empezar a tomar, con una cucharada de aceite de oliva virgen, un vaso de leche o algún alimento rico en grasas.



Comer antes, durante y después de beber sin sed también es otra forma de evitar caer en desgracia. Los rusos, que toman el vodka de un tirón en sus vasos, alternan su bebida nacional con una preparación de pepinos y picles y también con arenques, todos alimentos bien salados.



Hay quien recomienda el fármaco Resalim "para tomar antes del combate". Se trata de cápsulas de estracto de alcachofa, arándanos, piña y grosella enriquecidas con vitamina B1 y B6.


Los remedios pos- jarana abundan. Entre los amortiguadores más comunes está la aspirina, que funciona mejor si se ingiere antes de irse a dormir, o el Alka Seltzer. Tiene, como la aspirina, ácido acetilsalicílico. Se compone además de ácido cítrico y bicarbonato de sodio.



Otra buena estretegia es ingerir comidas y bebidas ricos en vitamina B y C, minerales y glucosas. Todas esas cosas buenas que expulsamos agresivamente durante esos ratos de locura.



Pero sin duda es el agua, ese líquido a una vez frígido y celestial, el único antídoto necesario y eficaz contra la resaca. Lo ideal es tomar mucha agua antes de irse a dormir, aunque no se sienta deseo de hacerlo. Hasta lo más malo tiene su lado positivo. La seudo felicidad que traen esos litros de agua que el resacoso sorbe con desesperación en la mañana del después, se la debemos a la resaca.



La Coca Cola, por su poder reanimador puede hacerle frente dignamente a la mala mañana. El zumo de naranja recién exprimido también hace lo suyo pues repone vitamina C. El café no es recomendable.



Otro gran consejo es no reprimir las ganas de vomitar, sino todo lo contrario. Vomitar es el camino más soez y eficaz de contrarrestar el sufrimiento de una resaca.



Plinio el Viejo (23 a 79 d.c) contaba que durante sus bacanales los romanos adornaban los lugares de juerga con violetas, en la creencia de que las aromáticas flores disminuyen los efectos del alcohol. Para los males del día siguiente Plinio recomendaba una infusión de cardos y artemisa y visitar los baños públicos. Otro historiador, Suetonio, que vivió más o menos entre el 70 y el 140 d.C contaba que el degenerado de Calígula combatía las resacas con infusiones de poleo y ordenando alguna ejecución.



A nadie le va a resultar práctico este dato, pero no deja de ser curioso: en China se afirma que comer una pequeña ración de sesos de caballo es bárbaro para la resaca.



Hay quienes dicen que la mejor manera de combatir una resaca es tratándola como una leve enfermedad: agua, cama y algún analgésico.


Otros, más temerarios, le hacen frente con el mismísimo veneno que los envenenó. Por eso, bebidas como la cerveza o el Bloody Mary también son populares en el manejo del sórdido malestar.



Para preparar un Bloody Mary se mezcla con hielo una parte de vodka, cinco de zumo de tomate, unas gotas de sals Worcestershire, pimienta blanca, Tabasco, zumo de limón y sal. Cuentan que Frank Sinatra se lo tomaba con una ramita de apio. Una variante menos audaz es sustituir el vodka por infusión de manzanilla.



Pero el mejor remedio de la resaca es el silencio, la introspección, la quietud, la sombra y el sosiego. Con lo que mejor se lleva es con un cómodo sofá y con un poco de lectura liviana.



Con un lugar pacífico, preferiblemente sin gente, que induzca a dormir una muy merecida siesta.

martes, 13 de febrero de 2007

San Valentín, ¿de dónde has salido?

Creo que San Valentín fue creado para torturar a mucha gente. Cuando se acerca el 14 de febrero, yo al menos, me pongo a temblar, porque sé que de un momento a otro me las voy a tener que ver con ese querubín gordito y afeminado, que anda con una flecha en la mano.


Los corazones, las flores. Y esas cajas rojas con forma -adivinen de qué, sí acertaron- de corazón y bombones feos. San Valentín me enferma.


Me recuerda que no fui demasiado afortunada en el amor, ni mucho menos. Mis historias en ese tema son bastante tragicómicas. Y no crean que quien escribe en el teclado es una gordita decadente.


No soy una belleza, no tengo ojos verdes ni cutis de porcelana. Tampoco tengo senos túrgidos ni trasero con forma de almohadón. Pero vamos, soy muy simpática y estoy segura de que alguien se podría enamorar de mi sonrisa y mi buen humor.



El asunto es que a juzgar por mis historias, cualquiera podría deducir que tengo muy mal aliento o que traigo mala suerte.


La última vez que salí con un chico, me pasó a buscar por mi casa y fuimos a una fiesta de un amigo de él. Yo llevaba tacos altos, un vestido negro y el pelo suelto, con mis sensuales rulos.


A la media hora de haber llegado, empecé a sentir aburrimiento porque no conocía a nadie y mi acompañante estaba muy ocupado conversando con otros.


En un momento se me acercó y me preguntó cómo la estaba pasando. Le dije que bien y que tenía un poco de hambre. "Quizás podemos ir a buscar algo a la mesa", le dije señalando una mesada enorme, que tenía una especie de buffet.


"Sí, sí", me dijo. "Ahora hay mucha gente. Esperame, voy a salir un minuto a comprar cigarrillos y ya vengo".


Creo que es fácil adivinar lo que sigue. Esperé, esperé y nunca apareció. Pasaron dos o tres horas y nada. Imaginé que le había pasado algo malo, pero cuando le comenté a uno de sus amigos, se echó a reír de forma un poco burlona.


Hace menos de una semana me volví a a encontrar con mi "acompañante" en el supermercado, de pura casualidad. Hizo como que no me vio y de un minuto a otro desapareció.

Ese momento, pleno de "sentimientos positivos" quedó bellamente coronado por un enorme San Valentín que estaba colgado en la caja donde fui a pagar.

¿Quién inventó a ese gordito malparido?

ME CAGO EN EL AMOR

"Me cago en el amor", de Tonino Carotone. Para los que quisieran asesinar a San Valentin.

sábado, 10 de febrero de 2007

Nadie me da bola

Hola. Soy la doctora Yvonne. Te cuento que hace unos cuantos días empecé a escribir este blog, y resulta que no he recibido ningún comentario.



Estoy muy apenada y deprimida, porque realmente me había hecho ilusión que mi blog funcionara y me llenara de éxito. Pues además, tengo toda la intención de hacer dinero con él.



Mi objetivo es lograr que algún día mi consultorio me de unos 500 dólares mensuales y así poder largar el trabajo de esclava que tengo.



No sabés qué mal que la paso trabajando. Estoy podrida de tener que ir ocho horas al cojudo lugar y trabajar en régimen de chino, todopara recibir un salario tan mediocre: 14 mil pesos uruguayos, que es un poco menos de 600 dólares.




Mi blog es un consultorio de la vida, donde la gente me puede contar su historia o duda y yo le puedo ayudar a resolverla.


Me considero muy buena en mi trabajo, y hasta ahora, la gente que me rodea ha sabido reconocer que soy una de las mejores consejeras que han conocido.



Sí, tengo el talento de ser buena consejera. Quienes siguen mis recomendaciones con fidelidad, siempre salen ganando por goleada.



Tengo una habilidad especial para guiar a la gente que está pasando por alguna circunstancia decisiva. Sé intuitivamente hacia adónde esa persona debería rumbear.


El secreto está en mi creatividad y en mi inteligencia. Soy una mujer con capacidades muy raras, pocas veces conocidas.

No son sobrenaturales, cabe aclarar, pero sí son de gran fineza y profundidad.


Precisamente por eso creo que es mi deber compartirlas y lograr que mucha gente pueda usufructuarlas.

La orden de mi blog es: Contame tu historia. Yo te doy mi diagnóstico.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Amores contrariados

Los amores contrariados afectan directamente el correcto funcionamiento del corazón. Las personas que sufren más de ocho desengaños amorosos en un año corren el riesgo de morir de un ataque cardíaco hasta diez veces más que aquellos que viven sus vidas afectivas con normalidad.

Esta es una de las principales conclusiones que se desprenden de una importante investigación realizada por el Centro de Investigaciones al Pedo de la Universidad de Bergas.
“Las personas abandonadas por su pareja acarrean consigo una alta probabilidad de morir de un ataque al corazón”, dijo el profesor Johnny Tolengo en conferencia de prensa.


Según explicó, aquellos que atraviesan una experiencia amorosa dolorosa deberían ser hospitalizadas de inmediato. Eso ayudaría a prevenir el ascenso de los niveles de las hormonas conchuxina y pajaxina, que actúan destruyendo los tejidos del corazón dolorido.


La investigación, que arrojó importantes datos sobre el comportamiento emocional del ser humano, fue realizada en base a unos 50 mil hombres y mujeres de varias clínicas de Latinoamérica y Alaska.


Los pacientes, que estaban viviendo angustiantes separaciones de sus parejas presentaron varios comportamientos en común. El 87 por ciento admitió que en las siguientes tres semanas a la ruptura de la relación, dedicó tres cuartas partes del día a masturbarse a la vez que fantaseaba con su ex pareja. “Cada vez que estaba sola me acordaba de Pinocho, su panza, sus manos, la forma en que éstas me tocaban. Me acordaba de su cara cuando hacíamos el amor. Era tal mi dolor, tal mi soledad que sólo encontraba alivio cuando ponía mis dedos en mis genitales”, confesó una mujer que prefirió no dar su nombre.


Por su parte, un hombre confió que la angustia que le sobrevino cuando su novia lo dejó, lo arrastró a la ruina económica. “Cuando Gretel me dejó pensé en suicidarme. Después empecé a contratar mujeres, por lo menos dos por día.


Entre eso, y todos los objetos que compraba para estimularme me quedé sin un peso en menos de un año”, contó. Según explicó, los artefactos sexuales que compraba eran cada vez más sofisticados pues su sensibilidad sexual se estaba volviendo cada vez más exquisita. Según datos de la policía, el desdichado falleció luego de insertarse un cilindro de un metro por el ano. Las investigaciones revelaron que había sufrido una hemorragia, que de haber sido tratada hubiera podido mantenerse a raya.


En Uruguay hay un altísimo índice de suicidios por amores no correspondidos. El MSP está en vías de implementar talleres especiales para mitigar este mal, con un grupo multidisciplinario de psicólogos y sexólogos. "No podemos dejar que la gente sufra así", dijo la ministra María Julia Muñoz.

lunes, 5 de febrero de 2007

Tengo un pasado oscuro, ¿se lo cuento?

hola dra yvonne
me da un poco de verguenza escribir esto, por favor no exhiba mi correo electrónico. pero estoy desesperada y no sé a quién recurrir. Hace menos de un año conocí a un hombre maravilloso y tenemos una relación muy buena, con mucha comunicación, con mucho cariño. Toda mi vida esperé esto, siempre soñé con un hombre que me quisiera bien, me respetara, y no buscara todo el tiempo cambiarme. En el pasado tuve muchas relaciones traumáticas, con personas que me hicieron mucho mal y a las que, por supuesto, yo les permití hacerme daño.

Pero hace un tiempo, mi vida dio un vuelco y ahora me siento segura, estimulada y feliz con mi nueva pareja. Mi gran miedo es que este hombre se entere de mi pasado y que no quiera seguir conmigo.
Hace algunos años yo caí en una situación muy triste. Tengo una hija y en ese momento yo perdí mi trabajo. Estuve mucho tiempo buscando empleo pero la situación se empezó a complicar cada vez más. Pasó mucho tiempo hasta que decidí empezar a trabajar de prostituta. Fueron dos años de un estrés muy grande, ganando buen dinero pero a costa de mucho desgaste físico y espiritual. La verdad es que es una época que no quiero recordar.

Pero temo de que mi pareja se entere, porque yo nunca se lo he contado. Existen algunos peligros de que sepa de esto a través de terceros y ese panorama me desespera muchísimo. Si se entera a través de terceros, lo más seguro es que se sienta engañado, desilusionado y que no quiera más nada conmigo, nunca. Eso me aterra como nunca nada me aterró nunca.
Por otro lado, contarle me da mucha verguenza, mucha pena y también, de nuevo, mucho miedo.
¿qué hago? le pido reservas acerca de mi dirección de mail, y por favor, alguna respuesta.

El mal de amor tiene su historia

El mal de amores, es decir, padecer por un amor no correspondido, tiene un antepasado de abolengo científico y literario.

Durante la Edad Media se lo conoció como hereos, y se lo consideró una enfermedad de rango suficiente como para figurar no sólo en los manuales de medicina sino también en los vademecum (llamados Viáticos), unos instructivos de primeros auxilios que llevaban las personas en las habituales peregrinaciones. Esto lleva a pensar que el hereos era, dentro de las enfermedades, tan habitual como la indigestión o la gripe.

Desde esta concepción del amor como enfermedad, es interesante conocer las causas, los síntomas, y el tratamiento prescripto.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que raramente afecta, según indican los galenos, a las mujeres, pues según los pensadores de la época, las féminas somos más frías que los hombres. Tampoco afectaba a los pobres, porque no están expuestos al placer con frecuencia, que es el factor de riesgo. El mal de amores es, entonces, una enfermedad de hombres ricos y nobles.

El hereos consiste en considerar que una mujer en particular es la más bella, virtuosa, y estupenda que existe, cosa que, como sabemos, es alteración nefasta de los sentidos. ¿Cómo darse cuenta de que un noble rico ha contraído la enfermedad? Porque anda triste, no come ni bebe ni duerme bien. Y porque cuando aparece el objeto de su deseo, se le acelera el pulso, y lo mismo ocurre si hablan de ella.
Una de las formas de diagnosis, ya experimentada por Galeno, sería tomar el pulso del presunto enamorado e ir recitándole uno por uno todos los nombres de mujeres que pueda el médico conocer. Una vez detectada la mujeren cuestión, aconsejarle al enfermo que se aparte de ella.

El pronóstico del Mal de amores no es bueno. Si la enfermedad no era curada, el enfermo se volvía loco o moría. Por eso, para curarla, existían una cantidad de remedios que luego fueron retomados por Ovidio.

1) Buscar un hombre a quien el enfermo tenga afecto y respeto, para que este hombre sabio lo aconseje acerca de los peligros de su mal.

2) Si el enfermo es necio o rebelde, hay que azotarlo fuertemente muchas veces, hablándole de cosas muy tristes, para que su mal le parezca nimio, o muy alegres, para que se distraiga en otras cuestiones.

3) Llevarlo de vacaciones a bellos lugares, y presentarle diversas mujeres, para que olvide a una.

4) Si no hay otra opción, buscar una vieja celestina, preferiblemente fea y desdentada, que hable pestes de la amada, y que diga que es tiñosa y no se baña, y que huele mal, y que es borracha, enurética, epiléptica, y lo que a bien se le ocurra. Y que saque un paño con menstruo de entre sus ropas y lo haga oler al amante diciendo "Tu amiga es como este paño".


Si el enfermo no se cura con todo esto, ya no tiene remedio, y hay que dejarlo con su locura. La explicación de este mal incluye que su origen está en los testículos, y antes de esto, en el hígado. Y aconsejan que el coito debe realizarse con moderación, lo mismo que la ingesta de vino, dado que el mucho coito reseca.


Hay mención de este mal hereos en Chaucer, y también Boccaccio, en su Madonna Fiammeta lo expone, aunque esta vez el mal ataca a una mujer casada.

Con el correr de los siglos, cayó en desuso el término hereos, sustituyéndolo la perífrasis mal de amores, rescatada y reconocida por canciones populares (qué tendrá la niña de la ventera/que ni en los labios tiene color/qué tendrá la niña de la ventera/pa´mí que es pena de mal de amor).

Por más milenio nuevo que transitemos, es probable que el hereos, aun desacreditado, cause algunos estragos. Considérese este artículo como parte de una campaña preventiva, y estemos atentos a sus síntomas, en niños y aun en adultos, que ya por ignorancia o por rebeldía, se nieguen a permitir que esta enfermedad sea erradicada.



Texto escrito por Laura Coton, tomado de
http://www.geocities.com/filosofiap/BoletinAgosto.htm