lunes, 5 de febrero de 2007

El mal de amor tiene su historia

El mal de amores, es decir, padecer por un amor no correspondido, tiene un antepasado de abolengo científico y literario.

Durante la Edad Media se lo conoció como hereos, y se lo consideró una enfermedad de rango suficiente como para figurar no sólo en los manuales de medicina sino también en los vademecum (llamados Viáticos), unos instructivos de primeros auxilios que llevaban las personas en las habituales peregrinaciones. Esto lleva a pensar que el hereos era, dentro de las enfermedades, tan habitual como la indigestión o la gripe.

Desde esta concepción del amor como enfermedad, es interesante conocer las causas, los síntomas, y el tratamiento prescripto.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que raramente afecta, según indican los galenos, a las mujeres, pues según los pensadores de la época, las féminas somos más frías que los hombres. Tampoco afectaba a los pobres, porque no están expuestos al placer con frecuencia, que es el factor de riesgo. El mal de amores es, entonces, una enfermedad de hombres ricos y nobles.

El hereos consiste en considerar que una mujer en particular es la más bella, virtuosa, y estupenda que existe, cosa que, como sabemos, es alteración nefasta de los sentidos. ¿Cómo darse cuenta de que un noble rico ha contraído la enfermedad? Porque anda triste, no come ni bebe ni duerme bien. Y porque cuando aparece el objeto de su deseo, se le acelera el pulso, y lo mismo ocurre si hablan de ella.
Una de las formas de diagnosis, ya experimentada por Galeno, sería tomar el pulso del presunto enamorado e ir recitándole uno por uno todos los nombres de mujeres que pueda el médico conocer. Una vez detectada la mujeren cuestión, aconsejarle al enfermo que se aparte de ella.

El pronóstico del Mal de amores no es bueno. Si la enfermedad no era curada, el enfermo se volvía loco o moría. Por eso, para curarla, existían una cantidad de remedios que luego fueron retomados por Ovidio.

1) Buscar un hombre a quien el enfermo tenga afecto y respeto, para que este hombre sabio lo aconseje acerca de los peligros de su mal.

2) Si el enfermo es necio o rebelde, hay que azotarlo fuertemente muchas veces, hablándole de cosas muy tristes, para que su mal le parezca nimio, o muy alegres, para que se distraiga en otras cuestiones.

3) Llevarlo de vacaciones a bellos lugares, y presentarle diversas mujeres, para que olvide a una.

4) Si no hay otra opción, buscar una vieja celestina, preferiblemente fea y desdentada, que hable pestes de la amada, y que diga que es tiñosa y no se baña, y que huele mal, y que es borracha, enurética, epiléptica, y lo que a bien se le ocurra. Y que saque un paño con menstruo de entre sus ropas y lo haga oler al amante diciendo "Tu amiga es como este paño".


Si el enfermo no se cura con todo esto, ya no tiene remedio, y hay que dejarlo con su locura. La explicación de este mal incluye que su origen está en los testículos, y antes de esto, en el hígado. Y aconsejan que el coito debe realizarse con moderación, lo mismo que la ingesta de vino, dado que el mucho coito reseca.


Hay mención de este mal hereos en Chaucer, y también Boccaccio, en su Madonna Fiammeta lo expone, aunque esta vez el mal ataca a una mujer casada.

Con el correr de los siglos, cayó en desuso el término hereos, sustituyéndolo la perífrasis mal de amores, rescatada y reconocida por canciones populares (qué tendrá la niña de la ventera/que ni en los labios tiene color/qué tendrá la niña de la ventera/pa´mí que es pena de mal de amor).

Por más milenio nuevo que transitemos, es probable que el hereos, aun desacreditado, cause algunos estragos. Considérese este artículo como parte de una campaña preventiva, y estemos atentos a sus síntomas, en niños y aun en adultos, que ya por ignorancia o por rebeldía, se nieguen a permitir que esta enfermedad sea erradicada.



Texto escrito por Laura Coton, tomado de
http://www.geocities.com/filosofiap/BoletinAgosto.htm