viernes, 23 de febrero de 2007

Qué evitar un día de resaca



Si el "Tratado sobre la resaca" de Juan Bas no existiera, el mundo sería mucho más aburrido. El escritor bilbaíno nos advierte qué cosas jamás deberíamos hacer en esos espantosos días en los que la cabeza nos da vueltas y todo gira como un trompo.


1. Huir de las fiestas populares. La suma de aglomeración chusmaria -el rebaño humano despide mucho calor y hedor, como el ganado-, el innoble olor a fritanga de churros y el horrendo sonido de las dulzainas algo así como una grabación de baja calidad, puede ser como un estilete en las meninges.

2. No ir a un parque de atracciones. Y si vas, evitar la montaña rusa, la noria, los autos de choque e incluso el tren de la bruja; que monte el niño solo.


3. No viajar en avión. Si siempre es desasosegante y durante el despegue y aterrizaje espeluznante, un vuelo con resaca puede adquirir la categoría de aterrador.



4. No llevar la contraria al cónyuge. Bajo ningún concepto. Como si te dice que la nieve es azul añil o que últimamente te pareces a Peter Lorre o a Lola Gaos: tú, imperturbable; te pones a silbar la melodía de El puente sobre el río Kwai. Lo que comienza por una trivial y suave discusión por cualquier chorrada doméstica puede derivar, albarbada en la harina de tu resaca, en trifulca a la italiana de gritos destemplados, maldiciones imaginativas, puñetazos en las paredes, portazos -platos al suelo sólo en las películas, cuesta dinero reponerlos- y tragicómicas preguntas y exclamaciones a los dioses: "¿Por qué no me moriré de una vez? ¡Qué trampa de vida! ¿Cuándo me fulminará de una vez el infarto?"


5. Librarse de actos sociales y celebraciones de todo tipo. Nada de bodas, comuniones, bautizos, comidas de ex alumnos o cenas literarias. Si en general toda mesa de más de tres personas resulta multitudinaria, con resaca es insoportable. Lo primero que hace la gente cuando se sienta a una mesa concurrida es hablar a gritos. En las celebraciones con acto religioso previo: bodas, comuniones y bautizos, al horror del banquete se añade el paso por la iglesia. Si no te has podido librar de la puñetera invitación, por lo menos pasa de la iglesia.


6. No ir al médico. Ni al hospital, ni a un ambulatorio. El único establecimiento sanitario amigo del resacoso es la farmacia: lugar donde se encuentra Alka-Seltzer, aspirinas y pastillas de vitamina B6 y B12 con estracto de alcachofa.


7. Huir de los pesados. Si siempre es conveniente mantener un contacto sólo visual y en espacio abierto con ellos, esquivarlos cuando se tiene resaca es tan vital como que el corazón bombee.



8. No escuchar ni contemplar nada excesivamente gracioso. El ataque de risa, la carcajada imparable, si es muy intensa, te cortará el suministro de oxígeno al cerebro. La sensación es lo más parecido a morirse que conozco y con resaca llega al hiperrealismo.


Extraído del libro "Tratado sobre la resaca: Guia de supervivencia para los que beben sin sed", de Juan Bas.