sábado, 7 de abril de 2007

Yendo de la cama al baño

He pasado días de tremendos altibajos aquí en Porto de Galinhas. Entre los bajos, me agarró una cagalera impresionante, pues me he pasado comiendo camarones y tomando caipirinha y claro, así no hay cuerpo que aguante. Pero qué malestar espantoso, me he pasado un día entero yendo de la cama al baño (no precisamente como Charly), pensé que me iba a deshidratar y morir sola, con el alma triste como Anne Nicole Smith, aunque sin su cantidad de ansiolíticos en el estómago. Pues además, es bien sabido que el Mal de Amores nos pone más sensibles y ñoños. Si nos pica una abejita, nos lanzamos al llanto como un niño y si nos viene una diarrea como la que me vino a mi, sentimos que la vida no merece ser vivida y que más vale morir de una vez, preferiblemente en un cuartucho de hotel, solos, y entre maldiciones, como en las telenovelas.

Además, por si esto fuera poco, me insolé. Soy blanca como la leche, pero entre tantos morenitos, me he creído que soy una más y la pantalla solar la he dejado quien sabe dónde.

Pero bueno, pasados unos días de dolor y sufrimiento, me he recuperado. Pasé de la caipirinha al aguita de coco y de los camarones a los choclitos. Los días están hermosos y el mar me espera con sus abrazos de olas. Ni qué decir que me ha estado buscando Bruno, mi moreno preferido. Pobrecito, lo he dejado un poco de lado, porque como a Ava Gardner, a mi tampoco me gusta que me vean en mal estado. Ahora que estoy en forma y más delgada, veré qué me deparan mis próximos días en Porto de Galinhas.